Kaliman, el hombre increible
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R24 LOS SAMURAIS MENSAJEROS DE LA MUERTE

PERSONAJES[]

  • Narrador (Marcos Ortiz)

María Santander, Benito Romo de Vivar

LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA[]

  • Tokio, Japón
  • Oshima, Japón
  • Yokohama, Japón
  • Tabashi, archipiélago de Okifuma, Japón
  • Islote Tarawa, archipiélago de Okifuma, Japón

Tokio, Oshima y Yokohama son sitios reales en Japón, aunque en Yokohama no existe un Palacio Imperial. El archipiélago de Okifuma es ficticio.

ARGUMENTO[]

En un laboratorio de la ciudad japonesa de Tokio, dos científicos celebran haber construído un invento asombroso, un Casco de Control Cerebral. El investigador a cargo del proyecto, el profesor Yamashi, agradece la colaboración de su ayudante el Doctor Kiro cuyo trabajo fue decisivo para lograr que el invento funcionara. Kiro desea vender el casco a países extranjeros, pero Yamashi se opone rotundamente. Viendo que no va a ser posible llegar a un acuerdo, Yamashi termina su asociación con su ayudante.

Varias semanas después, Kalimán y Solín llegan a Tokio invitados por Yamashi; el científico, un viejo amigo de Kalimán, quiere mostrarle su creación. Cuando Kalimán y Solín llegan a la mansión de Yamashi conocen allí a otros dos invitados: la estadounidense Diana Morris y el ruso Iván Rostov, quienes son reconocidos inmediatamente por Kalimán como espías de sus respectivos gobiernos. Yamashi ignora la verdadera identidad de sus invitados, Morris y Rostov le fueron presentados por el Doctor Kiro varios meses atrás y desde ese momento han sabido ganarse la confianza del profesor. El profesor Yamashi lleva a sus invitados a los laboratorios que existen bajo la casa y les muestra su invento, el Casco de Control Cerebral; quiere que el aparato sea usado con fines benéficos, por ejemplo para lavar el cerebro de criminales y ayudar a locos incurables. Después de la cena, Morris y Rostov esperan a que Yamashi se quede solo, y por separado le ofrecen muchísimo dinero por el casco. Así descubre el profesor la verdadera identidad de los dos personajes, y ofuscado rehusa sus ofertas y los echa de su casa.

Después de terminar su asociación con Yamashi, el Doctor Kiro, un hombrecillo minúsculo y altamente inteligente, se dedica a dirigir el entrenamiento de una de las estrellas nacionales japonesas de sumo, un gigantesco luchador llamado Jato de muchísima fuerza pero pocas luces y aún menos fundamentos morales. En el campeonato nacional de sumo Jato es coronado campeón, y agradecido desarrolla una obediencia ciega hacia el Doctor Kiro. Todo esto ha sido planeado con antelación por el genial hombrecillo, quien no quiere otra cosa que apoderarse del Casco de Control Cerebral. Convence a Jato de que lo acompañe a la mansión de Yamashi, y una vez allí le ordena que destroze la puerta, mate a todo el personal de servicio y robe el Casco de Control Cerebral. El profesor Yamashi, horrorizado, presencia la escena, pero antes de que pueda dar la alarma es apuñalado por Kiro, quien oculta en su bastoncillo un filoso estilete. Herido de muerte, Yamashi logra arrastrarse hasta un teléfono y llamar a Kalimán para pedir ayuda. Luego escribe una K de Kiro con su propia sangre y muere.

Cuando Kalimán llega poco después a la mansión de Yamashi ya es demasiado tarde, los criminales han huido y su amigo ha muerto. En la escena del crimen está el jefe de la policía de Tokio, el inspector Osaki. Kalimán le informa a Osaki acerca de la reunión a la que asistió el día anterior y le revela la existencia del Casco de Control Cerebral. Luego lo guía a los laboratorios debajo de la mansión, e inmediatamente descubren que el casco ha sido robado. El día anterior Yamashi le había hablado a Kalimán de Kiro explicándole el incidente que motivó el despido de su ayudante, y cuando Kalimán descubre la letra K escrita con la sangre de su amigo sospecha inmediatamente del Doctor Kiro. La policía, y cuando son informados del ataque también Diana Morris e Iván Rostov piensan sin embargo que el asesino puede haber sido Kalimán, y los dos espías, trabajando independientemente montan un cerco de vigilancia alrededor de él. Diana Morris decide ganarse la amistad de Kalimán cenando y flirteando con él para averiguar lo que sabe; Iván Rostov aprovecha una oportunidad para requisar la habitación de Kalimán y buscar el casco.

En su propia mansión el Doctor Kiro experimenta mientras tanto el uso del casco en un chimpancé. Bajo los efectos del invento el animal desarrolla una fuerza descomunal y logra romper sus ligaduras de cuero. Esto le da a Kiro la idea de utilizar el casco para formar un ejército invencible con el que pueda enriquecerse y eventualmente acumular poder. Ordena a Jato buscar 10 a 12 jóvenes fuertes de entre sus admiradores para ostensiblemente empezar a entrenarlos; la verdad es que quiere someterlos a la acción del Casco de Control Cerebral y convertirlos en samurais que solo obedezcan su mandato. Simulando una revisión médica, Kiro somete a los atletas a la acción del Casco de Control Cerebral, y los jóvenes quedan completamente bajo su dominio.

Kalimán inicia sus investigaciones yendo a visitar al Doctor Kiro y al luchador Jato en sus camerinos después de una presentación de lucha sumo. Tiene una entrevista con el Doctor Kiro en la que el hombrecillo demuestra estar enterado de la muerte de Yamashi antes de que la noticia se publique en los periódicos. Kalimán sospecha cada vez más de su culpabilidad y decide seguirlo a la salida del estadio de sumo para averiguar dónde vive, quiere visitar su mansión para empezar a reunir pruebas.

La mansión del Doctor Kiro está protegida por una valla electrificada, cámaras de televisión y un sinnúmero de dispositivos de seguridad. Después de intentarlo varias veces, Kalimán y Solín logran entrar escondidos dentro de una furgoneta de alimentos y presencian una sesión de entrenamiento de los samurais, quienes ya han sido sometidos a la acción del casco y se han convertido en autómatas al servicio de Kiro. Pronto son descubiertos por Kiro y Jato, y Kalimán es obligado a pelear contra uno de los samurais. Sale vencedor del encuentro, pero descubre que los samurais tienen una fuerza absolutamente descomunal. Luego es obligado por Kiro a abandonar la casa.

Kalimán y Solín regresan a su hotel y descubre que sus habitaciones han sido requisadas cuidadosamente. Detrás de una cortina encuentra a Diana Morris, quien le dice que tenía que cerciorarse de que él, Kalimán, no tenía el invento. Luego la mujer le advierte que hará todo lo posible por apoderarse del invento, y sale de la habitación. Más tarde, en un descuido de Kalimán Solín es secuestrado por uno de los secuaces de Iván Rostov; el espía piensa aún que Kalimán tiene el casco y quiere obligarlo a que se lo entregue a cambio de la vida de Solín. Kalimán le sigue el juego al espía y es llevado a una casona en las afueras de Tokio; se enfrenta a Rostov y lo vence, y luego imita su voz para ordenar a sus secuaces que traigan a Solín. Logra escapar con el niño sin que el grupo de espías rusos pueda detenerlo. Diana Morris escucha todo lo ocurrido a través de un teléfono descolgado coincidencialmente, y a partir de entonces no cesa de echarle en cara a Rostov su fracaso.

Mientras tanto, Kiro, Jato y los samurais cometen su primer gran asalto, un robo a gran escala al Banco Internacional de Tokio en el que muchas personas son asesinadas. Osaki llama a Kalimán y le muestra las víctimas del asalto, y Kalimán decide atrapar de una vez por todas al Doctor Kiro. Vuelve a la mansión del hombrecillo pero pronto es descubierto por las cámaras de televisión que vigilan los alrededores de la casa. Kiro decide engañar a Kalimán y matarlo, pero lejos de la mansión para que no caigan sospechas sobre él. Ordena a los samurais que se pongan sus trajes y salgan de la casa en una furgoneta como si fueran a cometer un asalto. Viéndolos salir, Kalimán y Solín deciden seguirlos en su propio vehículo, pero Kiro utiliza un invento suyo, un deselectrificador, para descomponer el sistema eléctrico del carro de Kalimán y causar un accidente. Antes de estrellarse Kalimán logra saltar con Solín fuera del vehículo; Kalimán mismo sale ileso del accidente, pero Solín sufre quemaduras en una pierna. Los dos son llevados en una ambulancia a un hospital y luego al hotel. Kalimán decide hacer creer que está quemado gravemente para sortear la constante vigilancia de Iván Rostov y Diana Morris.

Al otro día, Kalimán decide regresar a la casa del Doctor Kiro. Para burlar la vigilancia de Morris y Rostov se disfraza de policía y hace como si llevara a Solín de vuelta al hospital para una curación de su pierna. En realidad van a la casa de Kiro, pero Kalimán estaciona el auto a dos kilómetros de la casa para burlar la vigilancia de las cámaras de televisión y se aproxima a pie. Solín, todavía convalesciente, debe quedarse atrás, y si Kalimán no regresa antes de una hora debe llamar por teléfono al inspector Osaki y decirle lo ocurrido.

El Doctor Kiro vuelve a descubrir a Kalimán merodeando alrededor de su casa, pero esta vez le abre las puertas de la mansión. Amablemente le muestra lo que él dice son sus laboratorios y le presenta a una serie de mujeres que dice son presidiarias reformadas que dice van a hacer una danza en su honor. Luego lo invita a tomar el té, pero pone un narcótico en la bebida de Kalimán que lo hace perder el sentido. Las danzarinas resultan ser robots construidos por el genio del Doctor Kiro. Están a punto de matar a Kalimán cuando Kiro es obligado a suspender la ejecución: la policía ha llegado con una orden de allanamiento. Solín, preocupado por la ausencia de Kalimán por más de una hora ha seguido las órdenes de su maestro y ha llamado al inspector Osaki, a quien logra convencer que deben revisar la mansión de Kiro. Sin embargo, la policía no encuentra nada en su investigación, los criminales han escondido a Kalimán en una serie de túneles secretos que existen bajo la casa y que contienen entre otras cosas los verdaderos laboratorios de Kiro; los del piso superior son solo pantalla para ocultar el verdadero propósito de sus experimentos de cibernética.

Sin pruebas el inspector Osaki tiene que irse, pero Solín decide quedarse vigilando la entrada de la mansión. Los criminales meten a Kalimán a un saco y luego a una furgoneta. Cuando ésta pasa frente a la verja de la casa. Solín logra saltar y aferrarse a la parte de atrás de ella. Son llevados a los muelles, donde Jato tira el cuerpo inerte de Kalimán al mar. Una vez que Jato de ha ido Solín se lanza tras Kalimán para tratar de abrir el saco donde su amigo permanece sin sentido, pero no tiene éxito. El agua hace por fin reaccionar a Kalimán quien logra desembarazarse de sus ataduras y del saco donde está aprisionado, y luego nada a la superficie. Él y Solín regresan a la inspección de policía, donde Kalimán le relata a Osaki lo ocurrido. Para regresar a su hotel tienen que burlar de nuevo la vigilancia de Diana Morris e Iván Rostov, algo que logran hacer no sin algunas dificultades.

Kalimán no ceja en su propósito de encontrar pruebas contra el Doctor Kiro en su mansión. Él y Solín vuelven a dirigirse hacia allí, y descubren que una furgoneta que lleva a los samurais sale en ese momento de la mansión. Deciden seguirla, y pronto se ven en medio de un asalto de los samurais a una de las joyerías más importantes del Japón. Kalimán confronta a los samurais ante la furia del Doctor Kiro y Jato, quienes vigilan desde cerca, y en medio de la pelea logra clavar un dardo somnífero en la frente de uno de los samurais. Sabiendo que el asalto ha fracasado, Kiro llama a los samurais restantes y logra escapar; Kalimán se queda vigilando a su prisionero y esperando al inspector Osaki. El samurai capturado es llevado a la jefatura de policía donde es sometido a exámenes médicos, Kalimán explica que en seis horas despertará. Osaki, teniendo ahora un testigo, decide arrestar a Kiro y a Jato, y en un descuido informa a Kiro que el samurai despertará en seis horas. El hombrecillo ha logrado introducir un aparato a su celda en prisión con el que puede enviar mensajes ultrasónicos a sus samurais, y cuando el plazo de seis horas se cumple ordena al samurai capturado hacerse harakiri con un bisturí que encuentra. El único testigo contra Kiro ha fallecido, y Osaki tiene que dejar ir al hombrecillo.

Kiro decide tomar la ofensiva y envía uno de sus robots, una geisha llamada Mikai que contiene una bomba en su interior a las habitaciones de hotel de Kalimán, pero él pronto se da cuenta de la situación y tira al robot por la ventana antes de que estalle. Iván Rostov observa todo el episodio y descubre a Jato vigilando afuera del hotel. No habiendo encontrado ninguna huella del casco en las habitaciones de Kalimán y extrañado de que Jato haya atentado contra su vida, decide explorar la posibilidad de que Kalimán haya dicho la verdad y sea Kiro quien robó el casco de la casa de Yamashi. Sin que Jato se dé cuenta, Rostov monta a la maleta de su carro y es llevado así a la mansión del Doctor Kiro. Allí descubre los pasadizos secretos bajo la mansión, y en el laboratorio "verdadero" del Doctor Kiro encuentra el casco de control cerebral. Intenta robarlo, pero el casco está protegido por un sistema eléctrico que lo hace perder el sentido y ser capturado por el Doctor Kiro y Jato.

Kiro decide utilizar a Iván Rostov para atrapar a Kalimán, y a cambio de su vida le ordena volver a secuestrar a Solín. Rostov tiene éxito, y en consecuencia Kalimán se entrega al Doctor Kiro para salvar a su amigo. En los sótanos secretos de la mansión del hombrecillo, Solín cuelga de un cable metálico, Kiro amenaza con electrocutar al niño si Kalimán no se rinde. Kalimán hipnotiza entonces a Kiro y a Jato, y les hace creer que se ha multiplicado. Aprovechando el desconcierto libera a Solín y encuentra el casco de control cerebral. Llevando el casco consigo, Kalimán y Solín roban uno de los carros de Kiro y salen de la mansión. Rostov se había quedado fuera de la mansión vigilando y los ve salir. El Doctor Kiro y Jato pronto se libran del dominio hipnótico de Kalimán y se lanzan en su persecución. Kalimán entrega el casco a Solín y lo deja en una esquina de Tokio dándole instrucciones que lleve el casco al inspector Osaki, él mismo quiere usar el vehículo en el que va para desviar la atención de sus perseguidores. Eventualmente Kiro y Jato logran alcanzar la furgoneta donde va Kalimán, le disparan a las llantas y la hacen estrellar. Kalimán queda sin sentido, y Kiro vuelve a hacerlo prisionero. Sin embargo no encuentra ni a Solín ni al casco.

Iván Rostov mientras tanto le quita el casco a Solín y lo lleva prisionero a una de sus guaridas en Tokio. Sin embargo Diana Morris ha estado vigilando a los hombres de Rostov y se entera de lo sucedido, rescata al niño y llama por teléfono al Doctor Kiro para decirle que Iván tiene el invento. Poco después Jato llega a la habitación de hotel de Rostov, lo tira contra una pared varias veces quebrándole todos los huesos y matándolo, y recupera el casco. Sin embargo, Diana Morris vigila desde el corredor y pone una bomba de gas narcotizante en el ascensor que va a usar Jato. El plan da resultado, el gigante pierde el sentido y Diana Morris obtiene el casco.

Kalimán, mientras tanto, ha sido atado a una plancha de metal que Kiro calienta para que Kalimán confiese donde están Solín y el casco. Diana Morris decide salvar la vida de Kalimán y llama por teléfono al Doctor Kiro ofreciéndole el casco por la vida de Kalimán. Kiro acepta, pero en realidad piensa tenderle una trampa a la mujer. Morris tampoco piensa cumplir el trato. Mientras Kiro habla con Diana Morris, Kalimán logra romper sus ataduras utilizando un nuevo poder que ha estado practicando, el rayo mental. Buscando una salida de la mansión escucha la conversación telefónica de Kiro con Morris y se entera del trueque que va a efectuarse, luego escapa de la casa sin ser visto. Kiro mientras tanto prepara en su laboratorio un robot con las facciones de Kalimán que estallará en el momento que sea tocado, lo lleva a los jardines donde se efectuará el trueque y lo deja escondido entre la maleza. En el momento apropiado se lo señala a Morris, quien a cambio le entrega una copia del casco de control cerebral. Kiro se aleja antes de examinar con cuidado el objeto que se le ha sido entregado, y Diana Morris y Solín se aproximan al robot, pero el verdadero Kalimán impide que lo toquen. Desde lejos lanza una piedra al robot que estalla en mil pedazos. En su vehículo Kiro cree haber eliminado así a Diana Morris y a Solín; solo entonces se da cuenta que el casco que le ha entregado Diana Morris es falso.

Kalimán le agradece a Diana Morris el haberse expuesto para salvar su vida y le pregunta donde está el casco verdadero. Diana Morris se lo enseña, lo lleva en la cajuela de su carro. Sin embargo no está dispuesta a entregárselo a Kalimán, y en un momento de descuido les dispara con una pistola de gas narcotizante a Kalimán y a Solín. Los dos pierden el sentido y Diana Morris va a su hotel a recoger su equipaje y a escapar con el valioso invento hacia los Estados Unidos.

Kiro regresa a los jardines donde se supone yacen los cadáveres de Diana Morris y Solín y descubre que ambos siguen vivos; decide entonces recuperar el casco a cualquier precio y luego escapar de Tokio. Regresa a su mansión y ordena a los samurais que la destruyan completamente, incluyendo los laboratorios de los sótanos, las danzarinas de la muerte y cualquier cosa que pueda servir de pista a la policía. Ordena cargar sus tesoros en una furgoneta que es conducida hacia los muelles, y mientras tanto los samurais se dirigen al hotel de Diana Morris a recuperar el casco. Llegando al hotel, los samurais masacran recepcionistas y empleados, y pronto llegan a la habitación de Morris. La espía ha escuchado la conmoción y escapa por la escalera de incendios en el exterior del edificio. Luego monta en su pequeño automóvil y se dispone a escapar cuando Jato la descubre, levanta en vilo el automóvil y lo sacude con fuerza hasta que Diana Morris, golpeándose repetidamente contra el interior del vehículo pierde el conocimiento. El Doctor Kiro revisa el equipaje de la mujer y encuentra el casco, luego escapa hacia los muelles llevándose a Diana Morris prisionera.

La policía ha respondido a los llamados angustiosos de los empleados del hotel, y así comienza una peligrosa persecución por las calles de Tokio. Sin embargo el Doctor Kiro utiliza su deselectrificador y hace que los carros de policía se estrellen. Eventualmente el Doctor Kiro, Jato, los samurais y la inconsciente Diana Morris llegan a los muelles, donde ya sus tesoros han sido embarcados en el barco Asaulá de propiedad del Doctor Kiro. Sin esperar más, zarpan en dirección a la isla de Oshima.

Kalimán y Solín despiertan dos horas después del ataque traicionero de Diana Morris, y tienen mucha dificultad en llegar a la ciudad de Tokio. Al llegar a su hotel descubren la masacre que se ha llevado a cabo y se entrevistan con el inspector Osaki. Testigos les informan que los culpables fueron los samurais, y así deciden buscar a Kiro en su mansión. Cuando llegan ahí la encuentran completamente arrasada; a pesar de una minuciosa investigación la policía no logra encontrar ninguna pista que les permita averiguar hacia dónde han escapado los criminales; Osaki y Kalimán han perdido completamente el rastro del Doctor Kiro.

Kalimán decide hacer un experimento de desdoblamiento corporal para buscar a Kiro usando su forma astral. Después de un cierto tiempo de búsqueda Kalimán encuentra a los malhechores e informa a Osaki que escapan en un barco llamado Asaulá. Osaki organiza una flotilla policial compuesta de veloces barcos de la policía que se lanzan en persecución del Asaulá y pronto le dan alcance; Kalimán, Solín y el mismo Osaki van en el barco insignia de la flotilla. Le ordenan al Asaulá detenerse, pero Kiro no está dispuesto a obedecer. El barco Asaulá resulta ser un barco de guerra camuflado como pesquero, y a una orden del Doctor Kiro empieza a disparar contra las lanchas y los helicópteros de la policía. El barco donde van Kalimán, Solín y Osaki es alcanzado de lleno por un obuz y naufraga, y desde el Asaulá disparan contra los policías sobrevivientes que tratan de salvarse aferrándose a los restos del naufragio. Muchos policías mueren de esta manera, incluyendo el inspector Osaki. Por el contrario, cuando Kiro descubre a Kalimán y Solín flotando en el agua ordena capturarlos, quiere darles una muerte lenta para vengarse de todo el daño que le han causado. Con una red de pesca los sacan del agua y los encierran en la bodega del Asaulá. Allí pronto descubren a una compañera de prisión, la espía Diana Morris.

El Doctor Kiro solo habla con Kalimán por medio de un aparato de televisión y un sistema de micrófonos que ha instalado en la bodega del barco, quiere impedir ser hipnotizado nuevamente. Kalimán, sabiéndose vigilado constantemente, no puede confiar a sus compañeros sus planes, pero cuando eventualmente se les lleva comida salta hasta cubierta por la escotilla abierta e inmediatamente se lanza al mar. El barco para y lo busca por largo rato, pero sin éxito. Eventualmente Kalimán se cuelga en el ancla del Asaúla y prosigue ahí su viaje.

El barco llega a Oshima, una isla relativamente pequeña no lejos de la tierra firme japonesa. Allí, en un castillo feudal japonés, vive la Princesa Susuki, una geisha, vieja amiga del Doctor Kiro que los lugareños dicen practica la magia negra. Kiro desembarca en Oshima y ordena a los samurais llevar todos sus tesoros a los sótanos del castillo de Susuki, donde se hospedarán temporalmente. Kalimán, en los muelles, logra introducirse en una de las cajas que llevan esos tesoros, y así entra también al castillo de Susuki. Diana Morris y Solín son llevados a los calabozos.

Susuki prepara una ceremonia de hara-muti, un rito diseñado para asustar a la nobleza de Oshima y obligarla a pagar tributo. Esa noche, Kiro le regala a Susuki sus dos prisioneros, y durante la ceremonia de hara-muti la mujer hace creer a Diana y a Solín así como a los nobles de Oshima que ha convertido a los dos prisioneros en alimañas: a Diana en una serpiente, y a Solín en una gigantesca araña. Mientras tanto, Kiro y Jato piensan efectuar un asalto en Oshima. Kalimán lanza un dardo somnífero contra un samurai y toma su puesto, y cuando el grupo llega al banco de Oshima cierra las puertas desde adentro dejándolos a todos atrapados. Los samurais solo logran escapar tumbando la puerta del banco pocos minutos antes de que llegue la policía. Kalimán huye con ellos y regresa al castillo de Susuki. Allí se despoja de las ropas de samurai y decide buscar el casco y a sus amigos. Pronto encuentra el casco en el nuevo laboratorio de Kiro, pero decide dejarlo ahí por el momento, antes de huir tiene que rescatar a sus amigos. Cuando los encuentra convertidos en alimañas les muestra que todo ha sido un truco de Susuki: en realidad están enfundados en disfraces plásticos que Kalimán pronto destruye, Susuki los había hecho creer en la transformación por medio de la hipnosis. Lleva a Solín y Diana Morris al laboratorio de Kiro y los encarga de vigilar el casco; él mismo quiere atrapar a los malhechores.

Esa noche Kalimán se presenta como si fuera un espectro en la habitación de Jato y Susuki descubre la huída de Diana Morris y Solín. Cuando Jato le informa al Doctor Kiro que vio vivo a Kalimán, el hombrecillo empieza a sospechar que su enemigo no murió en alta mar sino que está entre ellos. Es entonces cuando Kalimán se presenta ante los malhechores, y Kiro y Jato, furiosos, se lanzan en su persecución. Susuki, más precavida, se queda atrás. Kalimán corre por los pasadizos del castillo que ya ha tenido ocasión de investigar y hace caer a Jato en un profundo foso. Luego alza en vilo al Doctor Kiro y lo lanza tras su secuaz.

Mientras tanto, Diana Morris decide robar el casco y huir por su cuenta del castillo. Solín intenta seguirla, pero la espía pronto se le escabulle; el niño decide entonces buscar a Kalimán para decirle lo sucedido. Cuando Solín encuentra a Kalimán, este lo deja vigilando el foso donde están Kiro y Jato y se lanza en persecución de Diana Morris. Sin embargo es Susuki quien descubre primero a la espía, y para detenerla le lanza un puñal que le atraviesa la espalda; luego corre a recoger el casco. Kalimán encuentra a las dos mujeres, pero cuando se dispone a ayudar a Morris Susuki hace caer a la espía por una trampilla que abre a sus pies. Kalimán se torna contra la geisha, pero Susuki conoce todos los escondites de su propio castillo y logra escabullírsele.

El Doctor Kiro y Jato intentan por todos los medios escapar del foso en el que están. Inicialmente Jato intenta lanzar al Doctor Kiro hasta el borde del foso, pero Solín impide que el hombrecillo logre salir pisándole los dedos y haciéndolo caer nuevamente. El Doctor Kiro recuerda entonces que lleva consigo el radiotransmisor con el que puede llamar a los samurais, y les ordena rescatarlo. Kalimán regresa a tiempo para impedir que Solín sea asesinado por los samurais, pero pronto en vencido y el Doctor Kiro y Jato son sacados del foso. Kiro, furioso, quiere matar a Kalimán ahí mismo, pero Susuki lo convence de que es mejor mantenerlo vivo y someterlo eventualmente a la acción del casco de control cerebral; con la ayuda de sus poderes mentales, Kiro podría hacerse dueño del mundo.

Jato y Susuki llevan a Kalimán y Solín a un calabozo en lo alto de un torreón del castillo donde atan a Kalimán a un potro y a Solín a una viga de madera entornada en el suelo. El Doctor Kiro, mientras tanto, decide salvar la vida de Diana Morris, también quiere someterla a ella a la acción del casco. La operación de Diana Morris es un éxito, y la mujer es llevada a una de las habitaciones del castillo para que se recupere. Las cadenas que atan a Kalimán al potro son extremadamente fuertes, pero por medio del rayo mental logra liberar a Solín, quien se escabulle por la ventana y por una cornisa llega a otra habitación del castillo. Kiro, Jato y Susuki regresan al torreón donde está Kalimán, descubren la huida de Solín y empiezan a buscar al niño por todos los rincones del castillo. Kalimán es torturado en el potro, pero aún así logra comunicarse telepáticamente con Solín para decirle que regrese a la cornisa, de otro modo lo encontrarán. Solín logra burlar la búsqueda de los malhechores, pero afuera el viento arrecia y eventualmente tiene que volver a entrar al castillo. Decide buscar el calabozo donde está Kalimán, y en su búsqueda descubre la habitación donde Diana Morris se recupera de la operación. Sin embargo no puede liberarla, ella convalece aún y no puede ponerse en pie; además el Doctor Kiro ha instalado una alarma en su cama.

Solín continúa buscando el calabozo de Kalimán, y eventualmente lo encuentra, pero cerrado con cerrojo. Kalimán vuelve a comunicarse telepáticamente con su amigo y le dice que debe buscar la habitación de Jato y quitarle a él la llave del calabozo cuando duerma. Solín obedece, y encuentra la llave sin despertar al gigantesco luchador. Regresa al lado de Kalimán e intenta liberar a su amigo tratando de accionar el potro, pero no lo logra. Jato se despierta entonces y va al calabozo de Kalimán, donde encuentra a Solín. Ataca al niño y lo lanza contra una pared. Kalimán, mientras tanto, logra romper las cadenas que atan sus manos al potro, pero no las de sus pies. Jato lo ataca y Kalimán pierde el conocimiento. Mientras tanto Solín vuelve a escapar.

Siguiendo órdenes del Doctor Kiro, Jato lleva al inconsciente Kalimán a los jardines del castillo y lo ata a una gigantesca campana; Susuki quiere atacar directamente el cerebro de Kalimán usando el ruido como arma. Cuando Kalimán empieza a recobrar el conocimiento hacen sonar la campana, y el ruido atormenta a Kalimán, quien pronto vuelve a quedar desmayado. Luego, los tres criminales van a la habitación de Diana Morris y la someten a la acción del casco de control cerebral; la espía queda convertida en una autómata al servicio del Doctor Kiro, y su amo le entrega un puñal con el que pueda defenderse.

Mientras los criminales están ocupados con Morris, Solín se acerca al inconsciente Kalimán, pero la campana donde está atado cuelga demasiado alto para que Solín pueda alcanzarla. Solín pasa media hora sentado a los pies de Kalimán, hasta que este recobra el sentido y le indica dónde está la escalera. Solín trepa al lado de Kalimán, pero no puede liberarlo de sus grilletes. Kalimán le dice que huya del castillo y avise a la policía. Además le pide que saque la cerbatana de dardos somníferos de su casaca y la lleve como arma si es detenido por alguno de los criminales.

Ellos, satisfechos con su trabajo, se dirigen al Salón Escarlata del castillo, donde deciden tomar una taza de té. Desde las sombras, Solín decide atacarlos con los dardos somníferos en vez de huir del castillo. El primero en caer es el Doctor Kiro, quien pierde el conocimiento sentado ante la mesa del té. Susuki logra incorporarse, pero también ella es alcanzada por un dardo somnífero y cae sin sentido. Jato tarda unos instantes en darse cuenta de lo que sucede, pero pronto descubre a Solín entre las sombras y se lanza contra él. El niño, asustado, erra el tiro del tercer dardo somnífero, y Jato logra llegar hasta muy cerca de él, pero Solín logra lanzarle otro dardo que también lo derrumba. Los tres criminales quedan a merced del niño.

Solín ha gastado todos los dardos somníferos y ahora está desarmado si algún guardia del castillo intenta detenerlo. En vez de avisar a la policía, Solín decide pedirle ayuda a Diana Morris para bajar a Kalimán de la campana, sin saber que ella es ahora aliada del Doctor Kiro. La encuentra en sus habitaciones, pero cuando la mujer se entera que Solín es un enemigo del Doctor Kiro ataca al niño con su puñal y lo hace tropezar y caer dos pisos al jardín del castillo, donde pierde el sentido estre la maleza. Diana Morris, impávida, vuelve a sentarse ante su ventana a esperar.

Seis horas después, Kiro, Jato y Susuki despiertan de la acción de los dardos. Corren al jardín a ver si Kalimán ha escapado, pero él sigue ahí atado, y Jato procede a una nueva sesión de tormento en la campana durante la cual Kalimán vuelve a perder el sentido. Kiro y Jato someten a los samurais de nuevo a la acción del casco, y acompañados de Diana Morris suben a una furgoneta a efectuar un nuevo asalto en Oshima. Solín recupera el sentido y los ve salir, y decide colgarse de la parte trasera del vehículo en el que van para salir del castillo. Cuando llegan a la ciudad, Solín se suelta del carro y corre a la jefatura de policía a avisar que se va a efectuar el robo a un banco. Lamentablemente nadie le pone atención, y el niño, frustrado ante la indiferencia de la policía, decide regresar al castillo a salvar a Kalimán a toda costa.

Mientras tanto, Susuki se acerca a la campana donde está atado Kalimán, y creyendo que su fuerza mental está disminuida por efecto del tormento, lo ataca con una feroz andanada mental. La princesa Susuki resulta tener poderes mentales comparables a los de Kalimán, y la lucha astral en la que se enfrascan los dos es feroz. Sin embargo, la fuerza mental de Kalimán termina por imponerse, y Susuki pierde el dominio de si misma y se convierte en la esclava de Kalimán. Lo primero que él ordena es que lo baje de la campana. Luego se dirige a los laboratorios de Kiro a buscar el Casco de Control Cerebral, y cuando lo encuentra lo modifica y lo esconde. Busca entonces uno de los robots del Doctor Kiro y lo viste con su turbante y su casaca antes de amarrarlo a la campana. Luego se esconde a esperar a que los criminales regresen.

Diana Morris es llevada a la casa del director del Banco de Oshima, un hombre llamado Tasino Tane. Siendo Morris una mujer occidental, los guardias de Tane le dan acceso al banquero, y la mujer pronto lo amenaza con un revólver y se lo lleva secuestrado. Llegando al Banco de Oshima, Tane es obligado a abrir la caja de caudales, y los samurais entran en acción, robando y matando a todo el personal. Luego Tane es asesinado por Jato, y los criminales regresan al castillo cargados de nuevos tesoros.

Susuki, aún bajo el dominio de Kalimán, hace creer a Kiro y a Jato que el prisionero todavía está colgado de la campana; los criminales ven el monigote de lejos y quedan convencidos. Esa noche, Kalimán y Susuki ponen un potente narcótico en la comida de los samurais, quienes pronto quedan sin sentido. Jato va a la campana a volver a martirizar a Kalimán y descubre el engaño, le informa a Kiro y el hombrecillo, pensando que Susuki lo ha traicionado decide matarla. Kalimán se inerpone para impedirlo, y tiene que luchar ferozmente contra Jato mientras Susuki tiene a raya al Doctor Kiro. Kalimán sale vencedor, y lleva a Kiro y a Jato a un calabozo del castillo donde deja a Susuki vigilándolos. Kiro intenta llamar a los samurais para que lo rescaten, pero es inútil, ellos ya han sido neutralizados por Kalimán.

Solín regresa entonces al castillo y pronto encuentra con Kalimán, quien le dice que ha escondido el Casco de Control Cerebral. Kiro, mientras tanto, decide jugarse su última carta, y por medio del radiotransmisor ultrasónico se comunica con Diana Morris, a la que ordena matar a Kalimán. La mujer todavía tiene en su poder la pistola con la que amenazó a Tasino Tane, y cuando ve a Kalimán le dispara a quemarropa. Kalimán, muy malherido, cae por una ventana a un pantano a los pies del castillo, mientras Diana Morris captura a Solín. Susuki recobra el dominio sobre si misma cuando Kalimán pierde el conocimiento, y cuando se da cuenta de la situación libera a Kiro y Jato. Los criminales se encuentran con Diana Morris y Solín y se aprestan a asesinar al niño, pero Solín les dice que Kalimán escondió el Casco de Control Cerebral, y que si quieren recuperarlo le van a tener que salvar la vida. Muy a su pesar, Kiro decide rescatar a Kalimán y sacarle la bala que tiene en el pecho; cuando Kalimán recupera el sentido se encuentra atado a una silla metálica. Kiro amenaza de muerte a Solín, y Kalimán revela el sitio donde escondió el casco.

Kiro decide entonces que es tiempo de utilizar el Casco de Control Cerebral en Kalimán, quiere poder contar con sus poderes mentales para efectuar robos futuros. Ante la desesperación de Solín, Kalimán es sometido a la acción del casco. Para poner a prueba la lealtad de Kalimán, Kiro le ordena golpear a Solín, y él lo hace sin titubear. Solín pierde el sentido ante el ataque y es encerrado en un calabozo.

Mientras tanto, en la jefatura de policía de Oshima el comisario de la ciudad, el inspector Tamato, regaña a sus subalternos por no haber hecho caso del muchacho que les quiso advertir que un robo al Banco de Oshima era inminente. Hace que sus policías hagan memoria de exactamente qué fue lo que les dijo el niño, y entre todos deducen que el sitio donde se esconden los ladrones es el castillo de la princesa Susuki. Tamato ordena un allanamiento al castillo de la mujer, pero cuando la policía llega y revisa la propiedad no encuentra nada sospechoso.

El Doctor Kiro fragua un nuevo ataque: quiere asaltar el Palacio Imperial de Yokohama, donde se guardan según él los tesoros más valiosos de la nación japonesa. Para averiguar dónde exactamente se guardan esos tesoros ordena a Kalimán efectuar un viaje astral al Palacio Imperial. Kalimán cumple sus órdenes, y le dice que los tesoros que busca están en los sótanos, bajo las tumbas de los emperadores japoneses y cubiertos por inmensas lozas. Pero Kalimán miente, en realidad no ha perdido el dominio de sí mismo, y los tesoros imperiales del Japón no están donde dice. Cuando tuvo el Casco de Control Cerebral en sus manos, Kalimán descompuso el invento, y así cuando fue sometido a su acción no sufrió ningún efecto; el ataque a Solín fue una treta para hacer creer a los criminales que estaba bajo su dominio.

Poco después Kalimán efectúa un viaje astral a la celda de Solín y descubre una piedra floja en el calabozo del niño. Telepáticamente ordena a Solín intentar escapar para volver a contactar la policía y avisarles del asalto planeado por Kiro. Solín sigue las órdenes de Kalimán y encuentra la piedra floja en los muros de su prisión. Escapa de su calabozo y del castillo, y corre a avisar a la policía del ataque inminente al Palacio Imperial de Yokohama. Esta vez la policía sí lo toma en serio, y el inspector Tamato, luego de avisar a las autoridades de Yokohama por radio vuela con el niño en helicóptero a esa ciudad.

Kiro, Jato, Kalimán, Diana Morris y los samurais van en el Asaulá a Yokohama; la princesa Susuki ha decidido quedarse en su castillo. Cuando llegan a tierra firme, Kiro dicta órdenes a todos sus cómplices acerca de lo que tienen que hacer. Kalimán, sin embargo, tiene sus propios planes, y por ejemplo contrarresta las órdenes de Kiro a Diana Morris simulando por teléfono la voz atildada del hombrecillo. Los samurais se disfrazan de monjes budistas y se mezclan entre un grupo de peregrinos que visitan el Palacio Imperial. Kiro descubre que no confía plenamente en Kalimán y nunca logrará hacerlo, así que decide mandar a Kalimán a una misión suicida. Le entrega dos barriles con dinamita y prende sus mechas, y luego ordena a Kalimán caminar hacia los sótanos y hacer estallar la dinamita sobre las pesadas lozas que cubren las tumbas de los emperadores japoneses; así espera dejar libre el camino a los tesoros del Palacio. En el último momento Kalimán se da vuelta y lanza la pólvora contra los samurais y hacia el sitio donde están Kiro y Jato. El caos en el palacio es completo, y mientras los turistas huyen, Kalimán se lanza contra Jato y los samurais, quienes aturdidos por la explosión no pueden ofrecer resistencia. La policía, Tamato y Solín llegan, y Jato y los samurais son capturados. El Doctor Kiro, sin embargo, logra escabullirse entre los monjes budistas y descubre que Solín espera en un carro de policía. Lo atrapa y por medio de su transmisor ordena a Diana Morris reunirse con él. Kalimán no logra atraparlo, y Kiro escapa en un helicóptero de la policía hacia Oshima llevándose a Diana Morris y a Solín consigo. El barco Asaulá es informado por Kiro de lo que ha sucedido y también desaparece.

El inspector Tamato lleva a Kalimán, Jato y los samurais a Oshima, donde Jato y los samurais son encarcelados. Tamato quiere atacar inmediatamente a Kiro y Susuki, pero Kalimán le pide un poco de tiempo para intentar salvar a Diana Morris y Solín, teme que Kiro los mate si se ve amenazado. Tamato accede, y Kalimán va solo al castillo. El Doctor Kiro llega con Susuki y prepara su huida; la policía lo ha identificado y Kalimán sabe donde es su refugio, ya no está seguro en Oshima. Además está preocupado de que el efecto del casco de control cerebral sobre sus samurais cese, ya es tiempo de darles otra dosis y el casco sigue descompuesto. Solín es encerrado en un cuarto y vigilado constantemente por Diana Morris, quien lo amenaza con su puñal. El efecto del casco sobre Diana Morris cesa entonces, y la mujer recupera su dominio sobre si misma. Solín y Morris descubren a Kalimán trepando por uno de los torreones del castillo y le hacen señales luminosas para atraerlo a ellos.

Kiro y Susuki llegan a la habitación donde están Morris y Solín. Diana Morris finge continuar bajo el dominio del casco, y en un descuido atrapa al Doctor Kiro y lo amenaza con su puñal. Susuki, sin embargo, estaba preparada y pronto desarma a Diana Morris y libera a Kiro: también ellos vieron las señales luminosas y dedujeron que Morris ya no obedecía sus órdenes. Se llevan así a Morris y Solín a otra parte del castillo.

Cuando Kalimán entra al castillo pronto descubre al Doctor Kiro, quien se lanza a correr por los corredores y guía a Kalimán a una trampa. Lo encierra en una pieza metálica donde descubre a Diana Morris y Solín colgando del techo de una argolla. El piso de la habitación va abriéndose, dejando al descubierto un tanque de agua lleno de pirañas. Antes de que el piso de la habitación desaparezca completamente, Kalimán salta hasta la cuerda de donde penden sus amigos, y llevándolos consigo escapa de la habitación por el techo.

Mientras Kalimán está ocupado con varias trampas del Doctor Kiro , por ejemplo un robot electrificado con las facciones de Kiro, el verdadero hombrecillo y Susuki salen del castillo en dos furgonetas cargadas con todos sus tesoros. Desde la furgoneta, Kiro manda órdenes a Jato y a los samurais en prisión por medio de su radiotransmisor, y los samurais usando su fuerza descomunal rompen la puerta de la prisión, encuentran sus espadas y hacen una masacre en la jefatura de policía. Tamato es herido en un brazo por Jato. Luego escapan, se encuentran con Kiro y Susuki, y todos abordan el barco Asaulá, que ha sido remodelado y está absolutamente irreconocible. Allí Kiro procede a reparar el Casco de Control Cerebral, y poco antes de que el efecto del casco sobre los samurais cese, estos son sometidos a su acción nuevamennte.

Tamato se encuentra con Kalimán, Solín y Diana Morris en el castillo, donde tienen que sortear una última trampa dejada por Kiro, un robot samurai gigante que Kalimán logra desarmar usando su rayo mental. Kalimán no está dispuesto a facilitarle a Diana Morris la búsqueda del Casco de Control Cerebral, y se separa de ella en Oshima, la agente deberá regresar a Tokio sola. Kalimán, Tamato y Solín montan a un helicóptero y se lanzan a la búsqueda del barco Asaulá. Pasan varias veces por encima del barco, pero no lo reconocen inicialmente. Eventualmente Kalimán, desde el aire reconoce el ancla donde estuvo tantas horas colgado, y así reconoce el barco donde huye el Doctor Kiro. Pero el hombrecillo no está dispuesto a ser atrapado, y dispara un misil antiaéreo contra el helicóptero de Tamato, que se desploma al mar. Kalimán, Solín y Tamato sobreviven, pero el piloto del helicóptero muere por el impacto. Kiro y el Asaulá buscan sobrevivientes del ataque, pero el mal tiempo permite a Kalimán y sus amigos esconderse entre las olas. Creyéndolos muertos, el Asaulá continúa hacia el archipiélago de Okifuma. Kalimán saca una balsa inflable de los restos del helicóptero policial, y así los tres náufragos inician su largo viaje hacia la costa.

Una tormenta se desata y el bote salvavidas se sacude peligrosamente. En una de esas sacudidas Solín cae al agua en un sitio infestado de tiburones. Kalimán salta tras él y le salva la vida atacando a un tiburón hambriento con un dardo somnífero. Se salvan del ataque de los tiburones, pero pierden de vista a Tamato y al bote salvavidas. Eventualmente los tres llegan a un islote donde vuelven a encontrarse, aunque el bote de Tamato ha sido destruido por el oleaje. Por medio de un viaje astral, Kalimán localiza el Asaulá en un puerto cercano, el de Tabashi. Después de un día de búsqueda encuentran un bote de remos abandonado, y en él logran llegar a Tabashi, la capital del archipiélago de Okifuma, donde el Doctor Kiro quiere robar un combustible especial que se guarda en una base naval japonesa instalada en la isla. Kalimán ve a Jato y los samurais abandonar el barco y decide seguirlos, Tamato por el contrario quiere avisar al puesto de policía de la isla de la presencia del Asaulá. El inspector es descubierto por Susuki, y Kiro ordena a Jato regresar, dejando a los samurais a la entrada de la base naval. Kalimán decide quedarse vigilándolos.

Jato regresa al muelle y atrapa al inspector Tamato antes de que pueda dar aviso a las autoridades japonesas. Es llevado a bordo del Asaulá, y allí el Doctor Kiro lo somete a la acción del casco de control cerebral, quedando así bajo las órdenes del hombrecillo. Kiro ordena a Tamato contactar a la policía y decirles que él mismo, Kiro, es inocente de todos los cargos que se le imputan, y que el culpable es Kalimán, quien ahora mismo está en Okifuma. Así Tamato lanza toda la fuerza policial de Okifuma contra Kalimán.

Jato regresa donde esperan los samurais y les ordena iniciar el ataque. Mientras los samurais pelean contra el personal militar de la base, Kalimán se lanza contra Jato, con la intención de vencerlo y obligarlo a que ordene a los samurais desistir. Sobreviene una breve lucha en la que Kalimán vuelve a imponerse. En ese momento aparece Tamato con una importante fuerza policial. Kalimán suelta a Jato creyendo que la policía está de su parte, pero Tamato ordena a la policía dejar ir a Jato y atacar a Kalimán, quien es golpeado en la cabeza. Tamato encarcela a Kalimán y a Solín, mientras que Jato y los samurais roban el combustible que buscaban y lo cargan en el Asaulá.

Esa noche, el Doctor Kiro usa su comunicador ultrasónico para ponerse en contacto con Tamato y le ordena ir al Asaulá. Allí le da nuevas órdenes: esa misma noche deberá llevar a Kalimán y a Solín a la caseta de telecomunicaciones de la isla para asesinarlos a los dos ahí. Cuando es sacado de su celda, Kalimán sospecha inmediatamente que algo malo ocurre y previene a Solín telepáticamente. Sin que sus captores se percaten rompe sus esposas, y una vez llegan a la caseta de telecomunicaciones hipnotiza a los hombres de Tamato y le da a Solín la oportunidad de escapar por una ventana. A Tamato mismo no lo puede hipnotizar, pues el inspector ya está bajo la influencia de una mente extraña, pero lo ataca y lo deja sin sentido. Luego se reúne con Solín y se dirige al bote de remos en el que llegaron al islote, que está escondido bajo uno de los muelles del puerto.

El Asaulá se dispone a zarpar, pero Kalimán no está dispuesto a dejar escapar al Doctor Kiro y rema furiosamente tras el barco de guerra. Desafortunadamente es descubierto por Tamato y sus hombres, quienes recuperados han regresado al puerto. Sobreviene una balacera, y mientras el Asaulá se aleja definitivamente, Kalimán y Solín tienen que zambullirse en las aguas del mar para evitar ser alcanzados por las balas. Logran escapar del acoso de la policía y regresar a nado a un lugar apartado de la isla, pero cuando Kalimán se dispone a buscar otro bote para salir en persecución de Kiro es descubierto por Tamato. Kalimán vuelve a atacar a Tamato, y usa al policía como escudo humano para evitar ser abaleado. Cuando francotiradores se disponen a darle muerte a Kalimán, el efecto del casco sobre Tamato cesa y Kalimán lo deja inmediatamente libre. El policía debe entonces explicar a sus subalternos lo que ha sucedido.

Con ayuda de los militares de la base naval atacada Tamato organiza una flotilla militar que se lanza tras la pista del Asaulá. Muchos militares llegan entonces al archipiélago de Okifuma, entre ellos una vieja amiga de Kalimán, Diana Morris, quien no cesa en su intento de conseguir para su gobierno el Casco de Control Cerebral. Kiro se percata de la persecución que se ha montado en su contra y envía un barco parecido al Asaulá hacia Taiwán. Tamato y la flotilla militar caen en el engaño y persiguen ese barco.

El verdadero Asaulá ha sido camuflado de nuevo, esta vez como un junco asiático. No se ha movido de Okifuma; está anclado enfrente a un islote-peñón deshabitado del archipiélago llamado Islote Tarawa. Jato y Susuki no entienden lo que sucede, pero Kiro se comunica por radio con el interior del islote peñón, donde labrado en la roca tiene un asombroso refugio secreto. Del islote mandan un minisubmarino al Asaulá, y Kiro, Jato, Susuki, los samurais y todos los tesoros robados son transladados en varios viajes al interior del refugio. Kiro decide dejar pasar unos días para que la flotilla militar se aleje, y mientras tanto él mismo se pone en la tarea de modificar el Casco de Control Cerebral para que sus efectos dejen de ser temporales. Eventualmente logra su objetivo y somete a los samurais de nuevo a la acción del casco; ahora se han convertido permanentemente en sus esclavos.

Kalimán sospecha que Kiro no ha huido de Okifuma, y decide investigar por su cuenta algunos de los islotes del archipiélago. Una noche se dispone a ir remando a uno de los islotes sospechosos cuando es sorprendido por Diana Morris; la mujer lo ha estado vigilando e insiste en ir con él. Kalimán le explica que sólo sigue una corazonada, pero Morris se acomoda en el bote y así los tres se dirigen hacia el islote peñón. Desembarcan con alguna dificultad y lo investigan concienzudamente, pero no encuentran nada particular. Regresan al bote y vuelven al puerto pesquero sin encontrar nada. En el camino los sorprende una tormenta, pero logran sortearla.

La noche siguiente, Kiro decide que ha pasado suficiente tiempo escondido, y decide atracar un barco de turismo que navega por esas aguas. Él, Jato y los samurais van en el minisubmarino al Asaulá, y el barco de guerra se pone en el trayecto del de turismo fingiendo estar averiado. El barco de turismo se detiene a ayudarlos, y es entonces abordado por los samurais, que roban y matan a placer. Los samurais regresan a su propio barco cargados de botín, y cuando el Asaulá se ha alejado un poco Kiro ordena a sus hombres del islote peñón que disparen un torpedo contra el barco de turistas; no quiere que quede ningún superviviente que pueda identificarlo.

Kalimán le compra a un pescador una botella de repelente contra tiburones, sabe que en Okifuma hay muchísimos de ellos y no quiere correr ningún riesgo. Se embadurna con el repelente y hace lo mismo con Solín y Diana, y luego rema toda la noche en dirección a un segundo islote que quiere investigar. Ve venir al Asaulá y esta vez lo reconoce, otra vez se ha fijado en el ancla que tan bien conoce. Deja a Solín y a Diana Morris en el bote de remos y se lanza al agua a investigar más de cerca el barco sospechoso. Estando en el agua, oye el ruido de los motores del minisubmarino, se sumerge y descubre que el vehículo de Kiro entra al islote peñón por una compuerta submarina. Regresa a la superficie y habla con Solín y Diana Morris; ellos dos deberán regresar remando al puerto de Tabashi donde Solín deberá ponerse en contacto con el inspector Tamato utilizando una clave secreta que el policía le dio a Kalimán antes de irse; así le avisará que Kiro no está en Taiwán, sino allí mismo, en Okifuma.

Mientras Solín y Diana Morris reman hacia Tabashi, Kalimán nada hacia el islote-peñón, se acomoda entre las piedras cerca de la playa, y realiza el experimento de actus mortis. Uno de los guardias del islote lo descubre y lo reconoce como el mortal enemigo de su jefe, y pensando que en realidad está muerto, lo lleva al interior del refugio. Kiro, Jato y Susuki se muestran muy sorprendidos al tener frente a ellos el cadáver de Kalimán, no se explican cómo ha podido llegar ahí. Kiro quiere hacerle una trepanación al cadáver para estudiar su cerebro, pero Susuki señala que si Kalimán está ahí, Solín no debe andar lejos, y es más importante capturarlo para que no avise a la policía. Kiro comparte los temores de Susuki y ordena a sus hombres buscar a Solín.

El niño y Diana Morris han sido arrastrados por la corriente a un sitio diferente al que querían ir, y naufragan cerca de un islote desconocido y muy remoto en el archipiélago; pierden el bote de remos y tienen que salvarse a nado. En el islote caen en una trampa de animales, donde pasan una noche. Eventualmente son rescatados por un pescador que accede a llevarlos a Tabashi, pero esto va a tomarles algún tiempo, el único barco que hay en la isla está en alta mar y tardará en volver. Todo esto hace que Solín se tarde más de la cuenta en hablar con el inspector Tamato. Por otro lado, la lejanía del islote en el que se encuentran protege a Solín de la acción de búsqueda del Doctor Kiro. Eventualmente sí logran llegar a Tabashi y comunicarse con Tamato, la flotilla nacional japonesa se pone en marcha hacia Okifuma.

Cuando Kiro, Jato y Susuki se alejan de la morgue del islote-peñón, Kalimán suspende el ejercicio de actus mortis, ataca a uno de los guardias de Kiro y lo pone sobre la mesa donde él estaba, cubriéndolo con una sábana. Luego se interna en el refugio. Cuando los malhechores regresan ahora sí a practicar una autopsia sobre el cadáver de Kalimán descubren su fuga, y Kiro, sabiéndose engañado, inicia una búsqueda de Kalimán intensísima por todo el refugio. Kalimán se ha refugiado en las habitaciones de Susuki, y cuando la ve llegar, vuelve a hipnotizarla. Kalimán entrega la esmeralda de su turbante a Susuki y le ordena que vaya a la sala de torpedos del refugio. Allí Susuki pone la esmeralda en el suelo y dispara un torpedo sin dirección precisa hacia alta mar. Cuando Kiro y Jato vienen a ver qué ha sucedido, Susuki les explica que vio a Kalimán esconderse en uno de los tubos de los torpedos, y que decidió matarlo disparándolo hacia alta mar; la esmeralda sirve como prueba. Kiro y Jato quedan convencidos, pero en realidad Kalimán no ha salido del compartimiento de Susuki.

Kalimán ordena entonces a Susuki sonsacar dos datos de Kiro: el sitio donde está escondido el Casco de Control Cerebral, y la localización de los controles del sistema de ventilación del refugio. Hablando con el Doctor Kiro Susuki no logra averiguar ninguno de los datos requeridos por Kalimán, pero el Doctor Kiro le revela otra cosa: existe una salida secreta del refugio, un túnel que lleva a la superficie en el que hay escondido un avión enano de propulsión a chorro, en caso de peligro se puede escapar por ahí.

Kiro y Jato deciden atacar otro barco turístico, y Kalimán se entera pues está escondido encima de ellos, sentado en una viga en el techo. Decide ponerse en contacto telepático con Solín, quiere saber si sí pudo avisar a Tamato y cuanto tiempo se tardará la flotilla japonesa en llegar. Sin embargo, cuando está concentrado en lograr la conección telepática es descubierto por uno de los guardias de Kiro, quien lo golpea en la cabeza y lo tira desde lo alto a los pies de Kiro y Jato. En el momento en que Kalimán pierde el sentido, Susuki recupera el control de si misma e informa a Kiro y Jato de lo sucedido. Kiro decide matar de una vez por todas a Kalimán, lo amarra a un torpedo, y lo dispara hacia el barco de turistas. El golpazo que se da Kalimán cuando entra en el agua hubiera sido suficiente para destrozar a cualquier hombre, pero el efecto en Kalimán es que recobra el sentido. Pronto se da cuenta de su situación, y haciendo un esfuerzo rompe las cadenas que lo atan. Luego desvía el torpedo, y no solo logra que éste no le dé al barco de turistas sino que lo gira 180 grados. El torpedo da de lleno en el islote peñón, y aunque el refugio de Kiro se estremece hasta sus cimientos, la explosión aparentemente no causa daño alguno. Kalimán, libre, decide apoderarse del Asaulá, pero la tripulación del barco lo descubre y empieza a disparar contra él. Mientras Kalimán trata de esconderse, Jato se translada en el minisubmarino al Asaulá para dirigir en persona las operaciones contra su enemigo.

Kiro, mientras tanto, descubre un barco pesquero que se aproxima. Con un invento suyo lo examina y descubre que está hecho de metal, no de madera, es un barco de guerra de la armada japonesa disfrazado de pesquero. Kiro responde lanzando un arsenal de minas submarinas, el buque de guerra se estrella contra una de ellas y vuela en mil pedazos. Solín, Diana Morris y Tamato venían en el barco atacado, y junto a la tripulación que sobrevive la explosión se encuentran de pronto en el mar. Desde el Asaulá Jato ordena que se les dispare, y prácticamente todos los miembros de la tripulación del barco mueren abaleados. El resto de muere devorado por los famosos tiburones de Okifuma, quienes ante la profusión de cuerpos se están dando un festín. Kalimán se ha dado cuenta de toda la conflagración, y nada hacia donde vio hundirse a sus amigos. Los localiza a los tres, y haciendo que naden bajo el agua el mayor tiempo posible logran eludir las balas del Asaulá y llegar a la superficie del islote peñón. Kiro envía a un grupo de hombres rana a acabar con Kalimán y con cualquier superviviente que encuentren, y uno de ellos, un hombre llamado Watanabe localiza a los cuatro amigos en el islote. Kalimán lo ataca y lo deja sin sentido, y decide tomar su lugar para regresar al refugio de Kiro e intentar encontrar el Casco de Control Cerebral. Tamato le da una hora de plazo, pasado ese tiempo el resto de la flotilla naval japonesa llegará a Okifuma y acabará con el refugio del Doctor Kiro.

Kalimán, disfrazado de hombre-rana, regresa al Asaulá e informa a Jato que ha dado muerte a Kalimán. El luchador, muy contento, lo lleva en el minisubmarino hasta el refugio donde da su informe a Kiro y a Susuki. Susuki lo reconoce inmediatamente, pero solo lo delata cuando ya ha salido de la habitación, a Kiro y a Jato les dice que estaba demasiado sorprendida para hablar antes. Tamato, afuera, da la orden a la marina japonesa de atacar antes de que se cumpla la hora de plazo solicitada por Kalimán, y los barcos de guerra japoneses inician su ataque. Kalimán se despoja de su disfraz y se da a la tarea de encontrar sea el casco o sea los controles de ventilación del refugio. En vez de eso encuentra el muelle donde está anclado el minisubmarino. Cerca hay varias palancas. Kalimán mueve una de ellas, y la compuerta que da paso al mar abierto se abre, dejandole el paso libre a varios tiburones de Okifuma que curiosos vienen a inspeccionar el muelle. Una segunda palanca abre una puerta a una habitación que Kalimán usa para esconderse de Jato; el gigante viene para regresar al Asaulá y traer refuerzos del barco para que ayuden a defender el islote peñón.

Jato se da cuenta que las palancas han sido movidas y descubre a Kalimán en su escondite; sobreviene una feroz pelea en la que Kalimán vuelve a salir vencedor. Kalimán agarra al luchador por el cuello y apretando lo obliga a decirle donde está la salida secreta del refugio. Jato se la señala, pero cuando Kalimán va a abrirla, Jato se lanza de nuevo contra él. Kalimán se agacha, y Jato pasa volando sobre él, cayendo al mar en el sitio donde está el minisubmarino. Kalimán se apresta a ayudarlo a salir cuando descubre a los tiburones de Okifuma, quienes hambrientos se lanzan contra Jato. El luchador muere devorado sin que Kalimán pueda hacer nada por él.

En la superficie del islote peñón, Tamato, Diana Morris y Solín son testigos del ataque de la marina japonesa al refugio del Doctor Kiro; Tamato tiene buen cuidado de informar a sus hombres dónde está para que no le disparen a él. El barco Asaulá es alcanzado por un misil, y vuela en mil pedazos. Kiro decide que no va a poder defender el refugio y decide escapar usando el avión enano de propulsión a chorro, sin embargo quiere acabar con Kalimán antes de irse. Con su minitransmisor ordena a los samurais que busquen a Kalimán por todo el refugio para matarlo. Kalimán se ha escondido en la habitación del Doctor Kiro, y escondido allí ve al hombrecillo sacar el Casco del Control Cerebral de un lugar secreto. Kalimán se dispone a capturarlo cuando es descubierto por los samurais, quienes se lanzan contra él. Kiro y Susuki aprovechan para escapar. La pelea de Kalimán contra los samurais es feroz, pero Kalimán no tiene ninguna posibilidad de vencer a tantos enemigos a la vez. A punto de ser vencido, Kalimán descubre por fin los controles de la ventilación del refugio, obviamente estos estaban escondidos en la habitación del Doctor Kiro. Kalimán no solo los cierra, sino que los pone a trabajar en reversa, y el mecanismo pronto extrae la mayor parte del aire del refugio. Los samurais, sorprendidos y sin comprender lo que pasa, mueren asfixiados, y Kalimán se lanza tras Kiro y Susuki, quienes también sienten la angustia de la falta de aire.

Kiro y Susuki llegan a la entrada del túnel secreto que lleva al sitio donde está el avión enano. El hombrecillo abre la puerta secreta y Susuki se dispone a entrar, cuando el Doctor Kiro la atraviesa a traición con su estilete: en el avión enano sólo hay espacio para uno. Cuando Kiro pasa, la puerta vuelve a cerrarse. Kalimán llega pocos segundos después, y descubre a una Susuki moribunda que le confiesa que aunque fue su enemiga siempre lo admiró intensamente. Le revela entonces el mecanismo para abrir la puerta secreta, y muere en sus brazos.

Cuando Kalimán llega al sitio donde está el avión enano, descubre al Doctor Kiro de rodillas, vencido y con el Casco de Control Cerebral a sus pies. El torpedo que Kalimán desviara y que parecía no haber causado daños mayores sí había dañado una cosa: la pista de despegue del avión enano, Kiro no tiene escapatoria. El hombrecillo decide que prefiere morir a ser atrapado por Kalimán, desenvaina su estilete y antes de que Kalimán pueda impedirlo se hace el hara-kiri, atravesándose el vientre.

Kalimán logra llegar a la superficie con el casco, e informa a Tamato y a sus amigos que Kiro, Jato, Susuki y los samurais han muerto. Uno de los barcos de la marina japonesa los recoge y los lleva de vuelta a Tokio. En el camino, Kalimán le pregunta a Diana Morris si aún quiere entregarle el Casco de Control Cerebral al gobierno de los Estados Unidos. Ella dice que no, que lo mejor es destruir el casco. Kalimán sonríe, y tira el casco al mar.

NÚMERO DE EPISODIOS[]

140

PRIMERA EMISIÓN[]

CREADORES[]

  • Original de
    • Rafael Cutberto Navarro Huerta
    • Modesto Vázquez González
  • Libreto
    • Clemente Uribe Ugarte
  • Tornamesa (Musicalización, Efectos Especiales)
    • Vicente Morales
  • Consola (Control de Grabación, Edición)
    • Herberto Vera
  • Efectos Físicos
    • Ángel Rodríguez
  • Dirección
    • Marcos Ortiz
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